Receta llana, historia estriada

por Laura García

Laura García

 

Te conocí siendo demasiado joven, tan joven que siento que ni te conocí. Y ahora sales de la nada, y te veo borrosa, lejana, aún muy distante. Dame pistas, que los hilos que he encontrado se me deshacen en las manos. No sé cómo llamarte, no sé por dónde buscarte.

Así que lo hago por medio de mis recuerdos y de sus recuerdos. Como un viejo aroma, te reconozco en algunas de las historias, pero ¿Es que alguna vez vivimos en el mismo tiempo? ¿Acaso alguna vez compartimos espacio?

¿De dónde has traído todo este maíz? ¿Por ventura acabaste con nuestra milpa y te la has traído toda para acá? pero la única mata de maíz estaba allí todavía y asimismo se veía el lugar donde había estado la red al pie de la mata.

Esta es prueba suficiente de que realmente eres mi nuera. Veré ahora tus obras, aquéllos que llevas en el vientre y que también son sabios, le dijo a la muchacha.

Cañas vivas en la tierra llana. Cañas vivas porque retoñaron. Recuerdos adormecidos en la atmósfera rugosa. Recuerdos accidentados. Accidentados como tus manos enflaquecidas.

¿Dónde dejaste tu carne? ¿Es que aquellas bebidas consumieron toda tu fuerza? Diste a tus hijos e hijas tus músculos. Tu carne y conciencia.

Me aproximo a tu falda, travesía sinuosa de fotografías sin fecha. Divago, me paro, vuelvo, me arrepiento.

Me llamas. Me dices que persista. Que parece que todos se rinden. No es su culpa, tus ojos hundidos los asustan. Pero a mí me gustan.

Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre.

Así entró el maíz en la formación del hombre por obra de los Progenitores. Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre.

Receta llana, historia estriada es un ensayo fotográfico en proceso de construcción que investiga y reflexiona sobre el maíz en relación con las personas que lo trabajan, así como las dinámicas y procesos que se generan y visibilizan a su alrededor: vínculos familiares y no familiares que se forman, conocimientos que se transmiten de generación en generación, distribución de tareas según el género, entre otros. Desde la exploración de la mirada, la intertextualidad y el registro poético de la realidad por medio de imágenes y textos, me remito a mi memoria familiar y reorganizo el discurso hilando relaciones que otres mantienen con su trabajo con el maíz, enlazando elementos, eventos y sujetos de los procesos vividos y compartidos.

El maíz nunca se trabaja en solitario. En los diferentes procesos en los que aparece, siempre son colectivos, y la mayoría familiares. Esto dicho de forma empírica e hipotética, según lo que ha sido cercano a mí. Al trabajarlo se generan relaciones y dinámicas complejas entre quienes participan, a la vez que se hacen visibles. Esto me lleva a negarlo como un objeto pasivo, pues genera -activamente- relaciones. Por tanto, las fotografías no retratan al objeto-maíz “en solitario”, sino que lo primordial es dar cuenta y mostrar este lado humano y dinámico que aparece en todas las escalas de su vida. El resultado es un foto-ensayo que a manera de collage amalgama fotografías, fragmentos de textos prestados del Popol Vuh y textos propios.

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