Lenguajes de tránsito

por Daniela Siabatto

 

Daniela Siabatto

 

¿Cómo se define lo liminar en lo habitual? ¿cómo transita el cuerpo en el tiempo y el espacio en su movimiento perpetuo? ¿cómo se hace memoria del tránsito? ¿cómo se representa lo que cuando llega a ser ya ha dejado de ser?

Lenguajes de tránsito inicia como una profunda inquietud acerca de los diálogos infinitos entre lo propio y lo ajeno, entre lo uno y lo otro, entre lo habitual y lo infraordinario. Y como eje transversal pretende vincular el lenguaje poético a un espacio-tiempo que en todo momento transgrede lo habitual y lo corpóreo, a pesar de pender de ellos como un frágil hilo de significación. Recurriendo a lo poético como principal instrumento de medición, comienza este camino-búsqueda que pretende traducir la experiencia de liminaridad como estado transicional y adentrarse en la incógnita de representación de un espacio que existe en la medida en la que oscila entre otros. Así, como tentativa etnopoética de investigación y creación, y con la intención de tratar el vínculo entre la dimensión tangible de lo liminar y sus escalas más desapercibidas y ocultas entre el tiempo de lo cotidiano, emerge la vía por la cual este trabajo devela progresivamente símbolos y expresiones sociales y políticas que pareciesen enterradas por el peso natural de lo habitual. A través de una serie de registros visuales, sonoros, manuales, escritos y observacionales, “Lenguajes de tránsito” mapea lo corpóreo, lo real, lo virtual y lo ritual en su coexistencia silenciosa con lo intersticial propio del ser y de los espacios y objetos que configuran lo real, mientras éstos se encuentran perdidos en ese vacío difuso entre el tiempo que se acerca y el que está a punto de terminar.

En función de hilar este proceso de mapeo y traducción, se establece un pilar general por el cual filtrar la información obtenida de la documentación poética: el umbral como espacio migrante que se habita en la medida en la que se transita y que se volatiliza en el tiempo para adaptarse a la silueta de los cuerpos, los objetos, y las diversas dimensiones de lo posible y lo virtual. El umbral representa y significa lo liminar; descentra el significado más inmediato de lo real en tanto que lo desdibuja y lo reconfigura en torno a una trama compleja de circulación del cuerpo y los objetos en los territorios de lo propio. En sus diversas escalas entreteje la complejidad de lo itinerante y lo repetitivo, visibilizando así entre movimientos su capacidad de deslocalizarse, diluirse, fragmentarse, y resignificarse a sí mismo. Así mismo, los modos de habitarlo y de documentarlo son siempre tránsitos oscilatorios e imprecisos, dado que preceden al momento de concepción de un espacio-tiempo que germina a fuerza de la corriente inmanente de la liminaridad.

El primer umbral – Tránsitos corpóreos (sillón

La piel como primer habitáculo y primer espacio habitado configura los tránsitos corpóreos del instinto y la intuición a través de la apertura o cerramiento al mundo, y se adhiere inevitablemente a una serie de valores contextuales que despliegan una amplia gama de intensidades y sensibilidades que al vincularse con lo propio y proyectarse hacia lo ajeno revelan las líneas y los puntos de la trama social y cultural de lo cotidiano. En donde en medio de los pequeños y grandes acontecimientos, lo humano halla diversos modos de circular, de extenderse a lo otro, de movilizarse dentro y fuera de sí, de preservarse. Es así como imperceptiblemente se configura lo infraordinario como el yacimiento infinito y sedimentario de coexistencia entre la memoria y los modos de habitar el cuerpo en tiempo presente. Y de ello se desprenden progresivamente las diversas técnicas simbólicas de apropiación, las cuales además de revelar formas sociales y culturales que se movilizan con el tiempo, visibilizan la intensidad en lo común, en lo familiar; la otredad en la mismidad, la poesía de lo que pareciese nimio. Habitar el primer umbral revindica la experiencia de la duración, de la sublevación en sus distintas dimensiones y representaciones, y finalmente permite cartografiar (por medio de ejercicios topoéticos y de deriva) lo móvil valiéndose de lo poético para transitarlo, dando pasos a través de su propio sistema de intercambios metabólicos, lingüísticos, y simbólicos.

 

El segundo umbral- Tránsitos infraordinarios:objetos y espacios habitados

El transitar de los objetos en el espacio, y el movimiento de los espacios en sí mismos al ser habitados y apropiados por el cuerpo producen liminaridades ocultas que pueden explorarse a partir de una documentación poética sonora y visual (que en este trabajo se sintetizan en los ejercicios cartográficos de lo inmaterial) que permea la “normalidad” de lo propio y se adentra en el territorio sedimentado que vincula la memoria y la experiencia del presente. Los tránsitos y la noción de límite se entregan así al juego y a la apertura de sus componentes para reconfigurar mediante un visión poética e interdisciplinaria la posición intersticial de la cual parte y en la cual transcurre el estado de liminaridad. Acercan la sensibilidad a la trama de significación que se esconde tras lo infraordinario y hacen posible el habitar el umbral. Así, se detonan diversos procesos de reflexión y se develan pequeñas ficciones que funcionan a modo de espacios-tiempos-objetos inter-relacionales, de los cuales emergen nuevos intercambios simbólicos que visibilizan la función estabilizadora de los espacios construidos/apropiados y los objetos dentro de la lógica de lo ordinario. Lógica que se construye a sí misma como consecuencia del afán de lo humano por encontrar reposo e inmovilidad en medio de la velocidad del mundo que habita; un mundo de estructuran sociales, culturales y políticas en el que las cosas se olvidan para siempre o se convierten en presencias silenciosas que carcomen y desgastan lo otro con el paso del tiempo.

 

El tercer umbral – Tránsitos inmateriales: la pantalla y lo virtual

Los espacios digitales en tiempos como el que vivimos actualmente modelan distintos lenguajes que traducen la distancia en palabras, imágenes y sonidos. El mundo, tan distante, se acerca y nos tiende una mano que no podemos tocar; produce un espacio imposible, un umbral en el que lo inmaterial es el sistema circulatorio que moviliza la palabra y la imagen y les permite migrar, desplazarse e interactuar. Convirtiendo dichos recursos en instrumentos de medición de distancias y recurriendo a la etnopoética como territorio de lo experimental y lo descentrado, el tercer umbral se transforma en aquello que posiciona lo poético como eje transversal a la observación y permite la apertura de un modo dialógico por el cual interpretar y traducir la experiencia de lo liminar, transgrediendo tanto lo propio como lo otro en el campo de lo virtual. Así, significados, símbolos y metáforas ocultas y proyectadas a través de la pantalla hacia otros cuerpos se vinculan entre sí, modificando la percepción del tiempo de lo cotidiano y dando lugar a la emergencia de diversas prácticas de apropiación de lo digital. La traducción de estas prácticas resignifica el tránsito a través de este espacio intersticial y posibilita la apertura de nuevos modos de apropiar y visibilizar cualidades particulares de lo individual y lo colectivo dentro de la estructura social, cultural y política actual. Esta narrativa no lineal tiene la inmensa capacidad de modificar y recomponer constantemente las nociones de lo accesible, lo propio, lo ajeno, lo cercano, lo lejano, lo familiar y lo posible. Representar y traducir, se convierten entonces en los mecanismos de exposición de todo aquello que emana de lo superficial y que en el tiempo construye agencias diversas y procesos nuevos de catálisis en medio de un entorno de co-presencia, atemporalidad y ausencia material.

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