El peregrino

por Astrid Méndez

Astrid Méndez

maravillastrid@gmail.com

 

El Peregrino es un proyecto que se ha desarrollado por alrededor de siete años. Comenzó como un espectáculo de corto formato en miniatura que, con el correr del tiempo, se extendió hacia una instalación interactiva con una segunda y tercera parte.

Durante el Diplomado de Antropología del Arte, el proyecto fue reestructurado haciendo uso de la teoría del nexo social del arte y del diálogo que ésta propone entre cultura, agencia, conciencia y otredad. La nueva perspectiva de este trabajo ha incrementado la complejidad de la pieza artística, abriendo canales de significado inagotables. Si bien, aún las nuevas etapas del proyecto no han sido puestas en marcha, imagino que a través de los múltiples intercambios propuestos entre el artista/operador (Tripulante) y los participantes (Pasajeros/Peregrinos), será posible abrir paso a una experiencia emergente y transformadora donde pueda ser oída una multiplicidad de voces. Después de todo, el relato que El Peregrino propone no es más que el comienzo del monomito, una narración única de una aventura humana universal que puede ser representada por muchos rostros. Se trata de un sistema que nos permite conectar con lo que C.Jung llama el espíritu de la profundidad[1], el cual atraviesa a toda la humanidad.

Pretender compartir nuestras experiencias es una constante humana, tal como son las interpretaciones de aquellas experiencias. En palabras de Alasdair MacIntyre “el hombre es en su práctica, sus acciones y sus ficciones, esencialmente un animal narrador”[2]. Descubrimos quiénes somos al saber a qué historia pertenecemos. Basándose en este principio y en la mitopoyesis, como capacidad innata al ser humano, es que este proyecto busca generar un espacio para compartir aquello que es trascendente desde la poética de lo cotidiano y lo precario, esta última categoría ampliamente desarrollada por la artista chilena Cecilia Vicuña[3], a lo largo de más de 50 años de trayectoria profesional.

El mito

es el sueño colectivo

y el sueño

es el mito personal

J.Campbell

El Peregrino nunca imaginó que serían cuatro*, ni siete**, ni tampoco que esos pocos números nos llevarían hacia una gran cantidad de seres humanos. Bajo su sombrero de dedal, en aquel ínfimo espacio desde donde surgían sus ideas y sueños, solo existía él. Quizás ese siempre fue su problema, creer que estaba solo; que era un ser solitario, silencioso, rígido y pequeño. Sin embargo, los que han tenido la suerte de conocerlo han sido testigos de las múltiples constelaciones afectivas que lo habitaban y del caudal creativo que lo conectaba con el mundo. Aunque aún no lo percibiera, él era todos y todos eran él.

Fue una maleta quien propulsó al Peregrino dejar su refugio oscuro y oxidado. Por todos es sabido, que las maletas no se pueden quedar quietas. Y ¡Cómo no, si es que están hechas para viajar! Nos hacen creer que somos nosotros quienes las cargamos, cuando son ellas las que incansablemente nos llevan de aquí para allá. ¡Si ahora las hay hasta con ruedas!

Pero esta maleta no era una de aquellas modernas que se ven en las vitrinas y supermercados. Era una maleta usada, rota, reparada 55 veces, rota y vuelta a reparar 31 veces más. Había caído en el techo de la casa del Peregrino en medio de una tormenta y permaneció ahí por días esperando ser encontrada. El Peregrino sintió el ruido de la caída allá afuera, pero las goteras lo mantenían ocupado dentro de casa. Además, salir un día de lluvia era algo que él no se permitía. Su temor extremo al agua era tal, que su resorte se paralizaba y no le permitía moverse por un buen tiempo. Así es que cuando en el cielo no hubo ni una sola nube y la elasticidad volvió a su cuerpo, él finalmente se atrevió a salir y atender el asunto. Grande fue su sorpresa cuando la vio ahí tirada.

El Peregrino nunca había visto un objeto de estas características. Si bien no entendía su propósito, pronto comenzó a darle variados usos transformándola en los más intrincados artilugios. Él, dichoso con sus nuevos experimentos y tan exótica compañía. Ella, sin embargo, vacía. La maleta, alejada de su propósito se fue deteriorando cada vez más, ascendiendo a 97 el número de reparaciones, una de ellas con pérdida parcial de su delicado revestimiento.

Debo confesar que en ese entonces había cierta frustración en mí. Esto no era el escenario para el cual los había creado. Los quería viajando juntos por mi paisaje color piel y tierra, por las montañas de escritura que me abundan y los ríos de recuerdos, por la música que se cuela por mis valles; ciertamente no encerrados oliendo el metal de mi sombrero. Y es que a veces se puede estar muy cómodo ahí dentro, con un poco de imaginación hasta se podría llegar a olvidar la oscuridad y el frío. Afortunadamente (aunque algunos lo puedan llegar a lamentar), la cubierta de mi sombrero está llena de agujeros por donde se cuela la luz… y también la lluvia.

Decidí entonces preparar un plan de contingencia haciendo uso de un fenómeno natural muy conocido en mi país de origen: El terremoto. A diferencia de mi primer intento, cuando tiré la maleta en el techo, esta vez obtuve mejores resultados. Solo me valí de unas cuantas sacudidas de cabeza para traer al Peregrino hacia la superficie, quien asustado por un acontecimiento de gran magnitud…

… saltó y saltó, siete veces saltó fuera de mi sombrero.

Yo soplé y soplé, cuatro veces soplé hasta sacar la maleta del sombrero.

Ella voló y voló, y la maleta dos vueltas se dio.

Ya estando ambos afuera, lograr que el Peregrino se embarcara en el siguiente vuelo de dirigible animados no fue tarea fácil, pero la maleta me ayudó. Ella liviana, sin contenido, no opuso ninguna resistencia; todo lo contrario, lo que más deseaba era retomar el viaje. El Peregrino al ver a la maleta saltar dentro de la nave se aventuró a seguirla. Y así fue como todos juntos comenzamos esta travesía. El Peregrino un poco forzado, temeroso y siempre lleno de dudas, pero junto a una compañera curiosa y valiente que lo impulsaba en la búsqueda de nuevo contenido para llenar su interior.

El Peregrino: Viaje Infinito

El proyecto que hoy propongo tiene las características de un juego infinito, concepto creado por James P. Carse 1 el cual plantea que en este tipo de actividades no existe una meta definida, sino mas bien el énfasis está en el gozo del proceso y en la curiosidad como motor del juego. Este viaje infinito pone énfasis en un devenir creado colectivamente donde se ejercite la conciencia plural proveniente de las experiencias particulares de nuestro ser incompleto e inacabado. Se trata de un juego de reconocimiento mutuo, lo que M. Bakhtin resumiría en ‘Yo existo para el otro, con la ayuda del otro y gracias al otro’ 2. La estructura narrativa de este proyecto en su totalidad conduce a infinitas posibilidades, es decir, el proceso de trabajo colectivo no involucra un resultado fijo o preconcebido. En este sentido cada viaje será único e irrepetible. El viaje contempla cuatro etapas siendo la primera una invitación para iniciar el juego. Durante esta primera parte se invitará a través de la experiencia personal de ‘El Primer Viaje’ a un máximo de 12 Pasajeros para continuar la travesía.

En la segunda etapa del proyecto llamada ‘El Pasaje’ se propone un encuentro colectivo de diálogo y creación haciendo uso de la segunda parte del relato de ‘El Peregrino’ como detonador participativo y de ‘El Gabinete del Peregrino’ como dispositivo dramático. Esta etapa es el corazón del proyecto y por tanto es la que requiere una mayor duración de tiempo para así lograr profundizar en el mito a través del cuerpo, la intuición y la emoción, esta última integradora de la imaginación y la memoria. ‘La Ofrenda’ es la tercera etapa y tal como su nombre lo indica se proyecta como una instancia de ofrenda 3. hacia la comunidad. Será una actividad generada a partir del diálogo entre los Pasajeros quienes ya convertidos en Peregrinos 4. podrán escoger la forma de entrega que mejor represente el proceso que han vivido colectivamente.

‘La Libertad’ es la etapa investigativa que atraviesa todo el proyecto desde el inicio y que guarda relación por una parte con el registro de campo a través de una documentación poética multilocal y etnografía artística. Por otro lado, este entrecruzamiento de lecturas, relatos y contextos entre los participantes y audiencia durante la segunda y tercera etapa, abre la posibilidad de una producción de nuevas propuestas creativas que al tener un carácter emergente no implica necesariamente la participación de la Tripulante en su desarrollo.

 

EL PRIMER VIAJE

Cruzaron muchos cielos antes de llegar a destino, si es que acaso había alguno. Aquí, en este otro mundo, los viajes no tenia por propósito el “llegar”. Mas bien, el destino siempre era un misterio, una travesía que buscaba suspender el tiempo para dar paso a un continuo silencio de profunda conexión con la temporalidad de los relatos. A veces con un inevitable retorno hacia el lugar primordial, a las entrañas de lo sagrado.

La llegada del Peregrino era muy esperada en este nuevo lugar. Los diversos territorios se vestían con sus mejores trajes de curiosidad y expectación para recibir a este nuevo pasajero. Se podía percibir un ambiente de silenciosa celebración.

Al comenzar el trayecto el Peregrino no pudo notar mayor diferencia entre su lugar de origen y este nuevo mundo. Desde las alturas le pareció que aterrizaban en una gran isla, lo cual, obviamente, le causó mucho temor pues eso significaba no solo que estaría rodeado de agua sino también, de sal. Doble problema.

Con precaución de nunca ir muy cerca del mar, recorrió un largo, empapelado y enrollado camino, hasta encontrar un valle de realidades múltiples donde la agricultura se regía por reglas imposibles. Lo que parecía un viñedo se desdibujaba en un orden armónico un tanto diferente. Brotaban sonidos abundantes y fértiles organizados en partituras ramificadas, el cual era alimento dulce para sus visitantes. Había tonos de características salvajes, voces rebeldes, ritmos rojos y pausados de repeticiones infinitas, sonidos de saltos más cortos que un pestañeo, lamentos abruptos, armonías con olor a árboles ancianos, carcajadas de animales voladores y, entre todo eso, el aire cálido del silencio. Era la tierra de las líneas de melodía. El Peregrino dio tantas vueltas en espiral en este lugar, que su metal vibró en escalas nunca antes experimentadas. Había descubierto que en esta remota región, todo comenzaba por la escucha.

Fue luego de este festín sonoro que partieron. No sin antes llenar la maleta de una cadencia particular, una melodía territorial que los recorría a ambos. La maleta estaba eufórica por emprender una nueva travesía. No podría decir lo mismo del Peregrino. Sin embargo, ambos ya estaban irremediablemente sujetos, no se sabía quién llevaba a quien. Si hasta a mí se me había hecho imposible crear una escena sin los dos juntos. Eso habría sido como hundir al Peregrino en el más profundo océano. Y ¿Qué hubiese pasado entonces?

EL BOSQUE DE LA MEMORIA

Así fue como iniciaron una nueva aventura cruzando un territorio extenso, tan amplio que faltó papel para poder dibujarlo. El viento había cambiado de dirección y traía consigo una lluvia negra, tan negra como esta tinta. El Peregrino asustado por una eventual tormenta se cubrió bajo unos árboles. Luego de algunos respiros, pudo observar que lo que caía desde el cielo eran nada más ni nada menos que signos de interrogación. Poco a poco se fueron uniendo cada vez más creando una cortina densa de cuestionamientos. Sin lugar a dudas (aunque sí, habían muchas), El Peregrino se vio afectado por la intensidad de este fenómeno y fue abducido por un sin número de preguntas, pero una de ellas se alzó por sobre el resto: ¿A dónde se habían ido todas las respuestas? Fueron tantas las interrogantes que el Peregrino se sintió mareado y exhausto, ya no podía continuar.

A medida que los cinco soles se fueron escondiendo y las trece lunas aparecieron, el Peregrino se internó en el bosque para encontrar un refugio donde descansar. Como todo en esta tierra, este lugar era algo particular, no era como los bosques del otro mundo. Estaba hecho de narraciones, historias orales, gestuales y escritas de criaturas y habitantes elementales que contaban sus relatos de las más diversas formas.

Dicen que en tiempos remotos en este lugar se hablaban ilimitadas lenguas, las cuales construían juntas frases y palabras únicas e irrepetibles. También había poemas móviles y discursos lógicos transformadores, todos convivían en armonía, pues el deseo de conservar esta memoria forestal permeaba todas las conversaciones, incluso aquellas más violentas. En el ajuste, en el constante ir y venir de nuevas y antiguas narraciones, este lugar se reconstruía permanentemente en un espacio-tiempo de encuentro y comprensión. Y es que la palabra relato tenía ciertas reglas invisibles por todos conocidas, eran las llamadas dos Rs***. Eso explicaría el porque de vez en cuando aparecen algunas voces ortodoxas hablando del RRRelato. Quizás es su manera de Recordar los buenos tiempos hablados.

En oposición a toda exuberancia y para mantener el balance de este ecosistema narrativo, también existía un gran claro de bosque, donde entraba a raudales la lluvia del cuestionamiento y la luz de la verdad. Aquí se multiplicaban las preguntas gracias a diminutos propágulos interrogativos. Dónde y Cuándo fueron los primeros habitantes de este lugar, generando un hábitat reflexivo y expansivo de incalculables Porqués, Cómos y Qués. Por otro lado, aquí también existía uno de los estados más preciosos, algo que solo era comprendido por aquellos con la maestría de reunir la trinidad de las sílabas mas escasas de todo este hábitat: si – len – cio. Aquel que lograra aquella conjunción habría tocado la totalidad del bosque.

Dicen que en este bosque existían también palabras únicas que aparecen solo una vez cada 500 años, son de las mas dulces y jugosas. Contienen muchos gramos de creatividad y una frecuencia emotiva que hace salivar a quienes las logra capturar.

El recuerdo estaba escrito en cada rincón de este lugar. Aquí la memoria se respiraba, se escuchaba, se intuía, se comía y a veces hasta se vomitaba. Era un bosque frágil y requería de muchos cuidados. Son pocos los que han decidido permanecer. Vivir en él era un trabajo fenomenológico bastante arduo que requería de la maestría en dos ciencias: pa y con.

… la historia se continua escribiendo

*etapas

** años

***Respeto y Responsabilidad

[1] Carl G. Jung, 2012, El Libro Rojo, Argentina, El HiloDAriadna

[2] Alasdair MacIntyre, 1981, After Virtue: A Study in Moral Theory, Londres, Duckworth

[3] Cecilia Vicuña es una artista y activista Chilena radicada en New York. Su trabajo aborda preocupaciones apremiantes del mundo moderno, incluida la destrucción ecológica, los derechos humanos y la homogeneización de la cultura.

Mas información acerca de su extenso trabajo se puede encontrar en los sitios web:

http://www.ceciliavicuna.com/introduction

https://wexarts.org/exhibitions/cecilia-vicuna-lo-precario-precarious

[4] James P. Carse, 1986, Finite and Infinite Games, New York, Ballantine Books

[5] Mikhail Bakhtin, 2000, Yo también soy, México, Editorial Taurus

[6] Término relacionado con lo precario cuya raíz latina es precis y que quiere decir ruego o súplica

[7] Del latín peregrinus que significa extranjero o viajero. En Roma se llamaban peregrini a las personas de condición LIBRE pero que por su procedencia o ascendencia extranjera no disfrutaban de la ciudadanía romana

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